viernes, 20 de diciembre de 2013

Presentación a nivel teórico

Como ya sabemos, un extintor es un artefacto que sirve para apagar fuegos. Consiste en un recipiente metálico (bombona de acero) que contiene un agente extintor de incendios a presión, de modo que al abrir una válvula el agente sale por una boquilla, que se dirige a la base del fuego para extinguirlo.
Los hay de muchos tamaños y tipos, desde los muy pequeños, que suelen llevarse en los automóviles, hasta los grandes que van en un carrito con ruedas. El contenido varía desde 1 a 250 kilogramos de agente extintor.

Historia: El extintor fue un invento de William George Manby, un capitán al que se le ocurrió crear un instrumento que apagase el fuego con una mayor efectividad. Al observar la incapacidad de un grupo de bomberos de Edimburgo para alcanzar los pisos superiores de un edificio en llamas.
El primer extintor era un aparato con cuatro cilindros, tres con agua y otro con aire comprimido, que servía para que el líquido saliese a presión. Fue patentado en el Reino Unido en 1839. Este dispositivo fue modificado en 1905 cuando se sustituyó el agua por bicarbonato sódico.

Uno de los agentes extintores es el Polvo químico, o polvo BC, una sustancia tan conocida como el bicarbonato. Actúa como catalizador, inhibiendo la reacción de combustión. Ejercen su poder de extinción por efecto de supresión de la reacción química. Este es el agente en el que nos vamos a centrar.




Fue en la década de los 60 del siglo pasado cuando el Dr. Arthur Ghise la existencia de un 

factor de singular importancia que intervenía en forma decisiva en toda combustión, nos 
referimos a la “reacción química en cadena”. Este descubrimiento permitiría complementar los que, hasta ese momento, venían siendo utilizados como agentes extintores tradicionales, como el agua. Sabemos que cuando un combustible líquido está en llamas, no es el líquido propiamente dicho el que arde, sino los gases o vapores que de él se desprenden. Luego hay una zona imprecisa, en la cual no hay combustible líquido, ni llama. Precisamente en esa especie de “zona de nadie”, es donde se producen los fenómenos químicos sumamente complejos que se traducen en una “reacción en cadena”. Dicha reacción en cadena, consiste en la formación de unas partículas denominadas “especies activas” o radicales libres, que transitan desde el combustible, hacia el frente de la llama. Entonces, todo producto o elemento que interfiera en esa zona, anulando total o parcialmente el tránsito de dichas especies activas, será considerado como un “supresor”. Llegamos entonces a un concepto de fundamental importancia: disminuyendo el traslado de especies activas entre el combustible y el frente de llama, se logra atenuar o suprimir la combustión. Así se explica este extraño mecanismo que logra una elevada eficacia. 

Los polvos son malos conductores de la electricidad, de ahí que resulten aptos para utilizarlos en equipos que 
están sometidos a tensión eléctrica durante el incendio. 

El descubrimiento del polvo químico supuso una revolución en la actuación tradicional frente a incendios comunes. Su polivalencia y capacidad extintora hizo que la actuación frente a este tipo de situaciones pudiera ser realizada por personal no cualificado con las mayores garantías de éxito y seguridad.

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